







Bajo las estrellas del oeste, se llama el poema de Héctor Viel Temperley que cometí o impulsé o soñé y viví como performance grupal junto algunos de los integrantes de la cooperativa A.G.U.A el viernes pasado en la terraza de la casa de Fitz Roy 79. Nos fue dado, entre otras cosas, invocar y tener altas y purificadoras dosis de viento, fuego, troncos, todo en una terraza, donde reino el color banco, bajo las formas de una liebre, un pájaro, un ángel, un enfermo, una mujer elegante y a punto de ahogarse en su deseo, una perra sobre un colchón usado, y como siempre recubierto por las sábanas del Arte, y los fragmentos amigos de Hóspital Británico, que al lado de un tronco, reflexionaban sobre la circulación poética de todo papel.Fue una noche de plenitud, quizá seguramente por sus dones mágicos, vestigios, chispas y ascuas que se desprenden de la poética ígnea de Viel. Y cada uno pudo auscultar en el ritmo que tuvo esta noche, el éxacto lugar de su corazón.Un evento singular y circular. Hablo de nuestra complicidad -hablo de la de todos y de la de ninguno en partícular- ya que esa noche fue altamente improbable...
EZEQUIEL ROMERO

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